04/12/2024

De Queni a Kneia

 

La primera fase de Gingaria (durante mis años de instituto y universidad) fue una vorágine en todos los aspectos. Digamos simplemente que no tenía a nadie en quien confiar mis problemas como el bullying y todos esos sentimientos se desparramaron en páginas y páginas de historias que no podía dejar de escribir.

Sin embargo, antes de llegar a eso, las cosas empezaron mucho más tranquilas. Había escrito Zem durante el verano y, a finales de año, empecé a jugar con ideas para la siguiente historia... sobre su hijo, ni más ni menos. Esto daría paso a la tradición de mis primeros libros de Gingaria, donde cada protagonista es hijo o hija del protagonista anterior. 


Por alguna razón, Zem y Selena (que ojito, sólo se parece a Aury en el color de pelo y de ojos) tenían 7 hijos. Queni era el hijo mediano y no me puedo creer que escriba esto, pero debo de ser la única persona en el mundo a quien le inspiró Shrek Tercero. No sólo usé a Artie para el aspecto de Queni (y su nombre para un personaje posterior), sino que Queni se iba de viaje con un mago algo extraño, Pais. Esto se debía a que cada uno de sus hermanos había encontrado su cometido en la vida y él estaba un poco perdido. Bueno, acabó luchando en la Guerra de la Oscuridad y salvando a una elfa convertida en humana de casarse con quien no debía, así que todo normal.

Una curiosidad es que también fue la primera aparición del nombre de Kylkos, de las luzmenitas y de la espiral doble. Podéis leer más sobre el tema aquí.


Cuando reescribí Zem, mi primer proyecto fue hacer una secuela. Y sí, intenté darle una vuelta a Queni. Llegué a escribir la historia y todo, pero no estaba muy contenta con ella. Kénika era la hija de Zem y Aury. Ellos estaban muy ocupados con la crisis de las criaturas mágicas y Kénika se quedaba con su abuelo, que estaba enfermo. El resto de la historia es más o menos como en el libro final, sólo que era el rey elfo (ahora prevalunn) quien le regalaba la luzmenita a Aurus.
Kénika pasó por varias fases, incluyendo una en la que era más segura de sí misma. El diseño de su vestido también me gustaba mucho. Y ya sabéis que yo tiendo a aprovechar las cosas y que nada se pierde del todo, así que mantened los ojos bien abiertos.


Finalmente, fue mientras escribía Kylkos cuando me di cuenta de que podía ser una historia mucho más grande, y decidí reutilizar muchas de las ideas de Queni y de Kénika. Manteniendo la ahora tradición de poner a los protagonistas de esta historia nombres que empiezan por K, quise reutilizar letras de "Kénika", llegando así a Kneia. No quería que la historia tuviera relación alguna con Zem y Aury y trasladé la acción a Mnui. Ya habíamos conocido algo de Kapetria, ese nuevo continente, en Kylkos, y me he pasado un año entero desarrollándolo, con sus países y, sí, criaturas. 
Kneia necesitaba un nuevo diseño, pero mantuve elementos de Kénika porque, al fin y al cabo, y al igual que Zem tiene parte de mí, tanto Queni como Kénika y Kneia también la tienen. Así que le dejé la coleta (como la que yo llevaba en el instituto) y el color azul. Kneia se hizo mucho más dulce, pero también seria y responsable. 

Así suelen ser las cosas con los libros: empiezas con una pequeña idea y no sabes cuánto puede llegar a crecer, si es que lo hace. Fue el primer libro que escribí fuera de casa, luchando con la incertidumbre, el temor a que no fuera tan bueno como el libro anterior y algunos periodos de oscuridad. Con todo, me alegro de haberlo terminado y me siento orgullosa de mi librito. El camino ha sido arduo y bastante largo, pero, como todos sabemos, así son los que vale la pena recorrer.

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